Lau nueva vida de, «El Rafita», uno de los asesinos de Sandra Palo está a punto de comenzar. El próximo día 25 acaba su libertad «vigilada» y el crimen se borrará de su historial delictivo.
Borrón y cuenta nueva. Es lo que le deparará la tan controvertida Ley de Responsabilidad Penal del Menor a Rafael García Fernández o Fernández García, como él prefiere últimamente ser llamado, para no ser identificado por la Policía a raíz de su última escalada de delitos.
La cuenta atrás ha comenzado para «El Rafita». El 25 de junio terminará de rendir cuentas con la justicia por el crimen que cometió cuando tenía 14 años: el de Sandra Palo, que fue violada repetidas veces, atropellada en quince ocasiones y quemada viva con gasolina el 17 de mayo de 2003. Dentro de doce días acaba su periodo de «libertad vigilada» que cumple desde 2007, tras haber pasado cuatro años en un centro en régimen cerrado, y durante la cual, ha hecho lo que ha querido: ha vivido en varias provincias, ha robado, se ha escapado... Por todo ello, dejó de estar controlado por la Comunidad y pasó a manos de Instituciones Penitenciarias.
En total, han sido siete años de condena el precio que ha pagado por quitarle la vida a la infortunada Sandra, que tenía la misma edad que él tiene ahora: 22 años. Ella tuvo la mala suerte de cruzarse con cuatro energúmenos esa fatídica noche, cuando esperaba un autobús en la plaza Elíptica para dirigirse a su domicilio de Getafe, junto a su novio. Ambos fueron obligados por «Rafita» y sus colegas: «Ramoncín», «Ramón» y «el Malaguita» —el único mayor de edad (18 años), sobre el que recayó el grueso de la pena: 64 años— a introducirse en un vehículo para más tarde, deshacerse de él.
La pesadilla para la víctima se prolongó durante larguísimas horas durante las cuales fue torturada y sometida a todo tipo de vejaciones, mientras repetía a los cuatro sujetos que la retuvieron que no la mataran. «Tengo que volver a casa. Mi hermano hace la comunión mañana». Un drama insuperable para los padres de la víctima, incapaces de digerir las derivadas del polémico caso.
El considerado como el «crimen más vil de la reciente historia penal española», quedará eliminado de un plumazo en lo que se refiere al historial delictivo de «El Rafita». No constará en sus antecedentes penales, como sucede con los delitos cometidos con los menores en aras a su reinserción social. Él ha sido el primero de los tres menores que participaron en el salvaje asesinato en salir en la calle ya que su condena fue menor.
«No puede vivir en sociedad»
A pesar de que «Rafita» quedará con un expediente «limpio», su reinserción se antoja difícil. No hay que olvidar los demoledores informes realizados por los técnicos durante su periodo de internamiento, en el que desaconsejaron que saliera en régimen de libertad vigilada, y los realizados después sobre su evolución . «No hay posibilidades de que pueda vivir en una sociedad real... debe estar seriamente vigilado... no conviene darle nigún beneficio penitenciario» «No muestra arrepentimiento, es agresivo, hostil, inadaptado... valora la violencia y los hechos delictivos como atributos de poder y masculinidad».
Los hechos también demuestran que de rehabilitación, nada de nada: ha cometido media docena robos con fuerza en vehículos. Desde que fuera detenido por última vez, en febrero, «Rafita» se ha retirado de la circulación. «Le dieron un ultimátum su letrado y el centro que le tutela. De seguir así, iba acabar entre rejas. De momento, ha hecho caso pero no sabemos por cuánto tiempo», afirman en su entorno.
La cuenta atrás ha comenzado para «El Rafita». El 25 de junio terminará de rendir cuentas con la justicia por el crimen que cometió cuando tenía 14 años: el de Sandra Palo, que fue violada repetidas veces, atropellada en quince ocasiones y quemada viva con gasolina el 17 de mayo de 2003. Dentro de doce días acaba su periodo de «libertad vigilada» que cumple desde 2007, tras haber pasado cuatro años en un centro en régimen cerrado, y durante la cual, ha hecho lo que ha querido: ha vivido en varias provincias, ha robado, se ha escapado... Por todo ello, dejó de estar controlado por la Comunidad y pasó a manos de Instituciones Penitenciarias.
En total, han sido siete años de condena el precio que ha pagado por quitarle la vida a la infortunada Sandra, que tenía la misma edad que él tiene ahora: 22 años. Ella tuvo la mala suerte de cruzarse con cuatro energúmenos esa fatídica noche, cuando esperaba un autobús en la plaza Elíptica para dirigirse a su domicilio de Getafe, junto a su novio. Ambos fueron obligados por «Rafita» y sus colegas: «Ramoncín», «Ramón» y «el Malaguita» —el único mayor de edad (18 años), sobre el que recayó el grueso de la pena: 64 años— a introducirse en un vehículo para más tarde, deshacerse de él.
La pesadilla para la víctima se prolongó durante larguísimas horas durante las cuales fue torturada y sometida a todo tipo de vejaciones, mientras repetía a los cuatro sujetos que la retuvieron que no la mataran. «Tengo que volver a casa. Mi hermano hace la comunión mañana». Un drama insuperable para los padres de la víctima, incapaces de digerir las derivadas del polémico caso.
El considerado como el «crimen más vil de la reciente historia penal española», quedará eliminado de un plumazo en lo que se refiere al historial delictivo de «El Rafita». No constará en sus antecedentes penales, como sucede con los delitos cometidos con los menores en aras a su reinserción social. Él ha sido el primero de los tres menores que participaron en el salvaje asesinato en salir en la calle ya que su condena fue menor.
«No puede vivir en sociedad»
A pesar de que «Rafita» quedará con un expediente «limpio», su reinserción se antoja difícil. No hay que olvidar los demoledores informes realizados por los técnicos durante su periodo de internamiento, en el que desaconsejaron que saliera en régimen de libertad vigilada, y los realizados después sobre su evolución . «No hay posibilidades de que pueda vivir en una sociedad real... debe estar seriamente vigilado... no conviene darle nigún beneficio penitenciario» «No muestra arrepentimiento, es agresivo, hostil, inadaptado... valora la violencia y los hechos delictivos como atributos de poder y masculinidad».
Los hechos también demuestran que de rehabilitación, nada de nada: ha cometido media docena robos con fuerza en vehículos. Desde que fuera detenido por última vez, en febrero, «Rafita» se ha retirado de la circulación. «Le dieron un ultimátum su letrado y el centro que le tutela. De seguir así, iba acabar entre rejas. De momento, ha hecho caso pero no sabemos por cuánto tiempo», afirman en su entorno.
Cambio de «look» y lavado de imagen
Se ha teñido el pelo, se ha dejado perilla, se ha cambiado de casa, e, incluso, se ha casado con una joven tan conflictiva como él, afirman a media voz, los pocos que asegurar saber qué es de Rafael García Fernández. Desde que abandonara los juzgados de Alcorcón en el maletero de un vehículo policíal el pasado mes de marzo, en una vista por el intento de robo de un vehículo en el Hospital Fundación de Alcorcón, poco se ha sabido de él. En el destartalado edificio del IVIMA en el que reside su familia no hay ni rastro de ellos. «Hace un mes o mes y medio que se fueron. Creemos que a la Cañada Real, como hacen siempre que quieren quitarse de en medio».
«Rafita», excesivamente apegado a ese entorno hostil, no les ha acompañado esta vez. «Él se fue antes, en febrero. Creemos que está tratando de pasar desapercibido ante su continúa presencia en los medios y quiere lava su imagen para no estropear el fin de su condena».
«Él decía que la reinserción con él sí había funcionado e iba de víctima, pero no ha convencido a nadie. Robaba un día sí y otro también. Estaba jugando con fuego y podía acabar a la cárcel. Le ha aconsejado bien el personal del centro al que iba —Victoria Kent— y ha desaparecido del mapa. Lo mismo está hasta en otra comunidad». Lo que quiere es «no llamar la atención, cuando, para ello, el único cambio que tiene que hacer es no delinquir. Es así de simple», agregan. Lo último que se ha sabido de él es que trabajaba descargando muebles por las tarde y en una empresa de informática por la mañana. Ésas tareas se las facilitan asociaciones que ayudan a reclusos y ex reclusos.«Estaba haciendo también un curso de pinche de cocina y se sacó el carné de conducir, una oportunidad que le dieron hace unos años y no quiso aprovechar». Solo él sabrá si tiene futuro.
Nota: Noticia publicada el 14/Junio/2010. www.abc.es «Rafita», excesivamente apegado a ese entorno hostil, no les ha acompañado esta vez. «Él se fue antes, en febrero. Creemos que está tratando de pasar desapercibido ante su continúa presencia en los medios y quiere lava su imagen para no estropear el fin de su condena».
«Él decía que la reinserción con él sí había funcionado e iba de víctima, pero no ha convencido a nadie. Robaba un día sí y otro también. Estaba jugando con fuego y podía acabar a la cárcel. Le ha aconsejado bien el personal del centro al que iba —Victoria Kent— y ha desaparecido del mapa. Lo mismo está hasta en otra comunidad». Lo que quiere es «no llamar la atención, cuando, para ello, el único cambio que tiene que hacer es no delinquir. Es así de simple», agregan. Lo último que se ha sabido de él es que trabajaba descargando muebles por las tarde y en una empresa de informática por la mañana. Ésas tareas se las facilitan asociaciones que ayudan a reclusos y ex reclusos.«Estaba haciendo también un curso de pinche de cocina y se sacó el carné de conducir, una oportunidad que le dieron hace unos años y no quiso aprovechar». Solo él sabrá si tiene futuro.
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